La revisión técnico-mecánica (RTM) vuelve a ser objeto de polémica nacional. En enero lo fue por cuenta de una nueva norma (art. 6 de la Ley 2283) que obligó a las empresas que realizan dichas revisiones (los Centros de Diagnóstico Automotor -CDA) a comprar un seguro de responsabilidad por daños causados no por ellos, los CDA, sino por los conductores de los vehículos inspeccionados, determinación que generó el más enfático rechazo de los propietarios de dichos centros, quienes tendrán que asumir dicho costo porque así lo decidieron los ‘‘padres de la patria’’.
Esos mismos progenitores volvieron a poner a la RTM en la palestra pública hace pocos días, tras conocerse que en el plan nacional de desarrollo se pretende bajar el tiempo para hacer la primera revisión de 6 a 5 años. Los inconformes ya no son los CDA, por supuesto, sino los propietarios de los vehículos, quienes parecen ver en esa medida una nueva forma en que el Estado nos ‘‘exprime’’ la plata que con tanto esfuerzo hemos conseguido.
Por eso, entre tanto inconformismo y controversia resulta útil aportarle a la opinión un elemento que suele perderse ante la cacofonía del debate: la información. Por ejemplo, conviene destacar que la idea de bajar el tiempo de la primera RTM originó de una consultoría contratada en el 2021 para ajustar la RTM a las mejores prácticas internacionales (entendidas como la forma de hacer las inspecciones en países con bajas cifras de accidentalidad y de fatalidades relacionadas con fallas en los vehículos siniestrados). Fue allí en donde se planteó dicha medida.
Y a propósito de las víctimas de accidentes viales y su relación con la RTM en nuestro país, resulta no sólo oportuno sino casi imperativo que la opinión pública y particularmente los conductores conozcan la información. Cifras recientes de la Agencia Nacional de Seguridad Vial – ANSV dan cuenta de que solo un 5% de los fallecidos en siniestros viales fueron atribuidos a fallas mecánicas o falta de mantenimiento de los vehículos accidentados, y apenas un 3% de los heridos lo fueron por estas mismas causas.
Las anteriores cifras deberían servir para que, en el futuro, las discusiones en torno a la RTM sean abordadas desde más ángulos que la frecuentada retórica del cobro. Es cierto que estas revisiones implican un gasto alto, especialmente para conductores de más bajos recursos. Pero al mismo tiempo, han probado ser un mecanismo efectivo para minimizar la pérdida de vidas humanas en accidentes viales. ¡Eso también hay que contarlo!